Monday, April 17, 2006

Empiezo a comprender que quizas sea lo que hace a una vida absurda, la misma razón por la que nunca lo será.

Desde el primer día en que se inventó la Ley, existe la ilegalidad. Siempre se han expuesto a la ilegalidad los que nada tienen que perder y siempre han escrito las leyes los acomodados. El primer delito quizás fuera robarle comida al que la acumulaba. Pero desde entonces, la diferencia entre los que tienen y los que no ha ido creciendo y creciendo, hasta llegado el punto de existir un escalón más: los burgueses, o como nos gusta llamarlos ahora, la clase media.

¿Quién es el culpable de que haya diferencias entre los hombres? ¿Acaso Dios impone el status social, como algunos desearan? No amigos, no. Siempre nos ha gustado a los hombres ensalzar a unos y hundir en el fango a otros. Nosotros pues somos los culpables. Todos nosotros. La única culpa de los ensalzados ha sido el saber aprovechar su momento de gloria. Este hecho, y el tiempo han sido los propiciadores del estado actual de las cosas.

¿Qué podemos hacer pues? Nada. Le hemos proporcionado el hacha al verdugo y sólo esperamos el momento en que caiga sobre nuestras cabezas.